Por: Jasbleydy Ceballos Martínez
Coordinadora
La escuela, hoy y siempre llamada a reconocer sus posibilidades y retos en un
mundo global. Cada época y más aún, cada sociedad vista como una estructura
que se transforma, como cualquier manifestación de la vida, que se supone en
constante cambio, o que al menos lo intenta. “La escuela está padeciendo una
fuerte crisis pedagógica. Y parece que está en una encrucijada. La ausencia de
criterios firmes que ayuden a orientar los procesos de enseñanza-aprendizaje en
la escuela está contribuyendo a la pérdida de confianza y credibilidad de lo que
transmite. Esta frágil situación aconseja encontrar otro tipo de educación” (Ramón
Mínguez Vallejos, pág 43-61 Revista Teoría de la Educación Vol. 22 Núm. 2
2010).
Y ocurre lo que nunca nadie esperaba, por lo menos con los impactos que todos
hemos vivido. En diciembre del año 2019, se da la alerta mundial por el nuevo
coronavirus en la ciudad de Wuhan China “De repente, los efectos de una
pandemia imponen la transformación educativa de la noche a la mañana. La
escuela deja de ser ámbito de encuentro y nos vemos empujados a migrar de la
escuela presencial a la escuela digital” (Claudi Pontremoli, Aprender a aprender: el
desafío de la escuela hoy, marzo de 2020).
Pero, han transcurrido los meses, y después de casi dos años de un virus que
puso en jaque a los gobiernos de todo el mundo y a todos los habitantes del
planeta, hoy más que nunca nos podemos hacer nuevas preguntas desde lo
educativo, o quizás las mismas pero en esta oportunidad desde una mirada
distinta. ¿Qué necesitan hoy nuestros estudiantes? Es decir ¿Qué aprendizajes se
deben fortalecer? Pero, no solo desde los docentes, como lo demostró la
pandemia, sino el de un análisis que le corresponde a toda la comunidad
educativa, y por lo tanto a todos los actores de la misma.
Revisando algunos artículos que reflexionan sobre la educación en el contexto de
la pandemia por Covid 19, podemos encontrar entre otros el siguiente
“Educación 2021: Para una historia del futuro de Antonio Nóvoa en Revista
Iberoamericana de Educación. El tiempo, como el mundo, tiene dos hemisferios:
uno superior y visible, que es el pasado, otro inferior e invisible, que es el futuro.
En medio de uno y otro hemisferio están los horizontes del tiempo, que son estos
instantes del presente en el que vivimos, donde el pasado termina y empieza el
futuro, António Vieira”.
En el mismo artículo Vieira se plantea la necesidad de reconocer que se trata de
un escenario regido por la complejidad “Es necesario abrir los sistemas de
enseñanza a nuevas ideas: en vez de la homogeneidad y la rigidez, la diferencia y
el cambio; en vez de la escuela sobrecargada, una nueva concepción de
aprendizaje; en vez del enajenamiento de la sociedad, el refuerzo del espacio
público de la educación”. Entendiendo este concepto de espacio público como un
nuevo contrato educativo, donde todos los actores sociales asuman realmente su
papel, y por lo tanto la escuela pueda recuperar el suyo.