Mi nombre es Andrés Rendón y soy un joven universitario de 20 años y desde que inició la cuarentena he podido notar que cada vez tengo más barba, pienso que ya hace falta afeitarme.
En momentos de nostalgia, recuerdo los momentos en que estaba con mis panas en cualquier sitio tomando pola, o en algún evento cultural gozando. A lo largo de esta cuarentena he tomado distintos puntos de vista en cuanto a cosas que anteriormente no tenía en cuenta, como, por ejemplo, el vínculo con mi familia, mi entorno social, la comida y sobre todo la superación del ser.
También podría decir que me he conocido más a fondo, cuando me hundo en mí, siempre tengo en cuenta la convivencia en la que permanezco, en cómo soy, en qué me quisiera profundizar, pienso en mí, me altero en mí. Después de tanto giro al asunto, en mis días no me queda más que comer, tratar de aprovechar el tiempo que tengo, pero al final del día solo obtengo resultados poco satisfactorios. He invertido tiempo para aprender distintos idiomas… A medias, pero tengo distintas anécdotas con personas de otros países, con los cuales he conversado y me asombra el hecho de que algo tan complejo como un idioma ajeno, es dominado por las personas menos esperadas, pero bueno, no me desmotivo con ello. A parte de los idiomas me alimento de la filosofía anhelo poder dominarla y llegar a fondo de la razón, surgen dudas, surge mi motivación e inquietud por saber y amar el saber.
La literatura siempre la he tenido presente, de hecho, leí libros que no tenía ni idea que estaban en mi biblioteca, pero tengo que admitir que en algún momento ya me aburría leer, me cansaba, pero no quiere decir que lo dejé a un lado, ya que en días anteriores tomé preocupación al saber que no había leído nada, me sentía algo sucio, en pocas palabras.
El entretenimiento con el que cuento, aunque sea poco, me distrae mucho ver mi anime favorito, me hace pensar en la época donde tenía mi empleo en un local, allí parecía un niño, compartiendo lo que sabía de las muchas series, mangas y animes que conozco. Pero bueno, es lindo pensar en todo ello y poder revivirlo en casa, absolutamente todo el día, aunque me haga falta un poco de compañía, de esas que te dan besitos en todo el rostro.
Cambiando un poco de tema, fluye mi imaginación al pensar en la frase “qué pasará con la sociedad después del aislamiento” si acaso divido las clases, por un lado, veo la recuperación de lazos amorosos o relaciones amistosos, es decir, acercamiento. A nivel empresarial solo me llega la palabra estrés, pues, la explotación y control del trabajo se elevarán. El cambio de hábitos es algo difícil si la sociedad se mantiene ignorante, como muchas personas lo han sido a lo largo de esto. Ah, y hablando de empresas, la cuarentena ha impactado mi vida laboral de una manera que no consideré, ya que en el momento no tengo un empleo y la búsqueda es complicada, pues, el único medio en el que puedo intentar conseguir es por internet, solo cabe imaginar que, si es difícil salir a buscar trabajo, ahora navegar en redes… me ahogo.
La independencia aún no la obtengo totalmente, pero por un lado mi autogestión personal ha tomado el rumbo de volver a retomar mis gustos por variadas cosas, en establecer órdenes y así evitar el estrés que me llega a consumir, junto con el aseo en mi hogar. Son detalles pequeños, pero por lo menos para mí han sido respiros para evitar entrar en ansiedad.
Por otro lado, considero la conciencia como algo bastante valioso, y la conciencia que he generado con las situaciones que he logrado observar desde mi casa son preocupantes, por lo tanto, procuro mantenerme informado de hechos reales, evitar el amarillismo, evitar calumnias, evitar envolverme por cosas tan inciertas. Todo lo que procuro es mantenerme al tanto del país y la suma importancia que tienen los ciudadanos.
Me siento camuflado entre tanto, me siento en un constante giro, a veces tan transparente y luego tan visible.
Isabella Cano Pescador
Grado 10B